De improviso, sin pensar, mueves montañas y mares con la curvatura de tu sonrisa, te acercas, llegas a mí cometa ancestral y te instalas a habitar mi corazón, a llenarlo de lo que preciso para sonreír, te posas cóndor milenario en el indócil elemento que es mi estructura frágil para enseñarme a volar…
No hay comentarios:
Publicar un comentario